La bicicleta verde
Puede ser, Padre, que esa bicicleta verde no existió
sino que yo, todos los días, la soñaba.
Las tardes que subía a tu lado,
llevando mis ocho años en el esqueleto verde
de tu verde bicicleta. Y el camino
rumbo a la peluquería era la distancia
de dos meses y una melena de niño asoleado.
Los piojos mordiendo la raíz
del cabello y la mujer del estudio fotográfico,
ciega, que confundía mi tristeza con la enfermedad.
Y tantas fotografías rechazadas por mi cabello largo.
Y tantos recorridos verdes en la verde bicicleta,
rumbo al peluquero.
Ahora tengo tu estatura, Padre.
Y pienso que esa bicicleta no existió, sino que yo,
todos los días, la construía para que me llevaras
a cortar el pelo. Y a tomarme el retrato de niño
asoleado que secretamente guardo en tus ojos.
(Avelino Gómez
Guzmán)